Hace unos días se conmemoraron 71 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento que se proclamó el 10 de diciembre de 1948, fecha que coincide con el reconocimiento “universal” de los derechos y libertades fundamentales de las personas.
El reconocimiento “universal” de los derechos humanosha evolucionado gracias a las exigencias sociales, esto debido a la apropiación de discursos performativos y proactivos.
Lo anterior lo podemos visibilizar, por ejemplo, a través de los movimientos sociales en países latinoamericanos, donde las personas han salido a las calles para exigir el respeto, protección y garantía de los derechos y libertades debido a la falta de consolidación de las condiciones mínimas para acceder a una vida digna.
La paradoja de los derechos humanos surge por los múltiples discursos adoptados tanto por las autoridades como los particulares, podemos advertir la prevalencia de un estado de necesidad no solo de reconocer un pragmatismo jurídico, sino de la materialización integral de la tutela y garantismo estatal.
Sin embargo, no todo es negativo, el rol proactivo de las personas y autoridades ha permitido una transición paulatina al fortalecimiento de los derechos y libertades; durante estos 71 años, podemos identificar la coexistencia de aportes que fortalecen la justiciabilidad de los derechos y la democracia en cada estado.
La Organización de las Naciones Unidas proclamó este día como: ¡Jóvenes por los Derechos Humanos! con el objeto devisibilizar la participación activa de la juventud en los movimientos sociales.
La participación proactiva forma parte de un principio fundamental de los derechos humanos, ya que reúne opiniones, ideas, propuestas y soluciones que se traducen en el bienestar social.
Una juventud empoderada tiene la posibilidad de impulsar transformaciones positivas en cada país, ya que fortalece las democracias y genera un desarrollo sostenible.
Comunicarse y vivir en sociedad son dos actividades tan básicas y fundamentales para el humano como lo son respirar o comer. Desde que llegamos a este mundo lo primero que percibimos es que no estamos solos y la necesidad de contacto con los demás.
Fernando Savater, en su libro Política para Amador, dijo: “la sociedad nos sirve, pero también hay que
servirla…”. Al pasar los años esto se vuelve más complejo y no precisamente
porque cambie el mundo, lo que sucede es que poco a poco nuestras obligaciones
se vuelven mayores, específicamente me refiero a nuestro deber como ciudadanos,
no sólo de nuestro país, sino del mundo.
Cuando somos pequeños dependemos completamente
de las decisiones adultas y lo que estas puedan brindarnos para nuestro bien.
Al crecer y convertirnos en esos adultos no podemos simplemente pasar de largo
cuando algo anda mal en nuestra sociedad, ahora tenemos la capacidad de actuar
por y para el bien de todos.
Esto se llama actitud política, en la que
debemos llegar a acuerdos entre todos sobre lo que afecta a muchos. Por lo
tanto, quiero hacer hincapié en que no basta la ética y nuestra percepción
personal de lo que está bien y está mal. En política se trata de convencer y,
al mismo tiempo, tener la mente abierta a nuevas ideas. Todo esto en pro de
mejorar como sociedad.
Ninguno de nosotros tiene la verdad absoluta,
pues nuestra historia se compone de ensayo y error para poder evolucionar, sin
embargo en el camino ha habido cambios graduales que nos permiten hoy en día
gozar de ciertos derechos que antes eran inconcebibles.
Los más jóvenes, conocidos como generación millennial y generación Z, somos considerados generalmente como irreverentes, desinteresados y extremadamente sensibles. La realidad es que somos las generaciones que poco a poco hemos roto esquemas dañinos para la sociedad y eso es difícil de aceptar por aquellos que crecieron en un mundo distinto.
Un ejemplo es que nosotros vivimos, e incluso muchos nacimos, en medio del boom del Internet y las nuevas tecnologías, herramientas que nos permiten comunicarnos de una manera cada vez más rápida y sencilla. En cambio, nuestros padres y abuelos pasaron por un proceso de adaptación y aprendizaje a un nuevo modo de vida completamente distinto a aquel en el que ellos crecieron. Lo mismo pasa con las luchas sociales, sus causas no son las mismas que hace cincuenta años porque las circunstancias ahora son otras.
Actualmente hay niños, adolescentes y adultos
jóvenes que son activistas de temas que van desde el calentamiento global hasta
el feminismo. Nuestra lucha recae en el hartazgo de tabúes absurdos y la
búsqueda de la igualdad.
Para cerrar, quiero retomar la parte de la
actitud política para señalar que aunque los demás consideran que no le damos
importancia a las problemáticas del mundo y vivimos más preocupados por los likes de nuestra última foto publicada
en Instagram, los más jóvenes somos
quienes estamos haciendo política. Alzando la voz, marchando en las calles,
trabajando y proponiendo nuevas políticas públicas; con pequeñas o grandes
acciones, siendo el cambio.
Así que sí, la rebeldía es un rasgo
característico de nuestra generación, pero recordemos que ningún cambio radical
en nuestra historia se ha logrado sin esta. Y no es que seamos “demasiado
sensibles” o “fáciles de ofender”, lo que sentimos se llama empatía y con el
tiempo hemos tirado los muros que nos dividen.
Anagénesis y la Red Mundial de Jóvenes Políticos estuvimos en el programa de radio del Seminario de Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho en la UNAM, el cual es conducido por la Dra. María Guadalupe Fernández Ruiz, directora del seminario.
Este fue un ejercicio enriquecedor ya que nos permite a las y los jóvenes opinar en medios, dar a conocer nuestros proyectos y poder estar más cerca de jóvenes que deseen participar.
Tanto la Red Mundial de Jóvenes Políticos como Anagénesis tenemos interés en que más jóvenes se sumen a nuestros proyectos, las puertas están abiertas para todos.
Las redes sociales de la Red Mundial de Jóvenes Políticos CDMX son:
Twitter: @rm_cdmx / Facebook: Red Mundial de Jóvenes Políticos -CDMX / Instagram: rmjpcdmx
El pasado viernes
26 de julio se llevó a cabo el ejercicio de parlamento abierto ¡Jóvenes, cámara y acción! en la
glorieta de los insurgentes, el evento tuvo como propósito principal escuchar a
las y los jóvenes para dar paso a la creación de la Ley General de Juventudes,
se pusieron alrededor de 50 mesas en las que moderadores escucharon los
problemas a los que la sociedad de entre 15 y 29 años se enfrenta en el día a
día, la actividad constó de dos etapas, la primera en donde cada persona
escribía sus problemas en post-its y
se colocaban en un gráfico de quesos en donde las temáticas estaban divididas
en: justicia, seguridad, salud, trabajo, desarrollo, educación, identidad y
derechos políticos. En la segunda fase hablaban de forma más específica del
problema y de la solución que ellos proponen.
Es importante
destacar que la mayoría de los jóvenes ya no desea que el congreso elabore más
normas que regulen los problemas, lo que buscan casi todos es que existan
medios donde las leyes se apliquen para esto la mayoría de ellos propone la
creación de programas que ayuden a crear consciencia o bien políticas públicas
más enfocadas y no tan sectorizadas.
Unos días antes del evento y durante la capacitación que recibimos en el Senado de la República por parte de la Senadora Citlalli Hernández pensé que el gráfico se inclinaría hacia temas de seguridad, trabajo y educación, para mi sorpresa el esquema general quedó de la siguiente manera:
Quizá teniendo menos impacto el tema de los derechos políticos, a la mayoría de los jóvenes les interesa sentirse parte de la sociedad y para ellos se necesitan ciertas garantías, por ejemplo: el libre desarrollo de la personalidad, los mismos derechos de salud y seguridad, más oportunidades de educación para tener más posibilidades de trabajos bien remunerados, para la mayoría el problema está en que muchos de los adultos y no tan adultos los quieren colocar en cajones donde solo haya blanco y negro, todos tenemos cabida en ese cajón llamado sociedad con nuestras diferencias porque al final luce mejor cuando los tintes son muchos y son libres de ser como deseen ser.
Etiquetas que lastiman
La mesa donde me
tocó colaborar, fue una donde cada persona me dejó una reflexión y un
aprendizaje, cuando los chicos de staff nos dijeron que eran chicos con
capacidades diferentes no imaginamos todo lo que íbamos a entender, dos chicas
llegan hablando entre ellas lenguaje de señas, otra de ellas es asistida por
una compañera pues tiene un problema de disminución visual en el que ya casi no
ve, otro de ellos llegó con su perro guía y finalmente una chica con
capacidades intelectuales diferentes.
El reto es adaptarse a las necesidades que cada uno de ellos tiene para formar parte de la mesa de diálogo, pero lo curioso es que siempre exigimos que ellos sean los que se adapten a nuestra forma cotidiana de vida, dos de mis compañeras moderadoras ayudaron a la redacción de los problemas de las personas con problemas visuales y por otro lado asistimos a los demás, para que todos fueran escuchados, casi nadie conoce de lenguaje de señas porque existe una frivolidad en el tema, muchos sabemos inglés, francés, italiano o alemán pero siempre ponemos una barrera con las personas que no pueden comunicarse de la misma manera que nosotros.
En los primeros
comentarios que expresaron los participantes se habló de la gran discriminación
que sufren por parte de la sociedad en general, la mayoría de los espacios no
están diseñados para que ellos puedan desarrollarse libremente, por ejemplo no
todas las bibliotecas de la UNAM o el POLITÉCNICO cuentan con libros en
braille, hay incluso un caso donde un chico alumno de ingeniería está por no
poder concluir la carrera ya que hay una maestro que no le permite que alguien
le asista para el examen final, además de no tomar en consideración que él
requiere de más tiempo ya que debe pasar lo que le dictan al sistema de
escritura braille.
Son llamados en día
a día ciegos, sordos, tontos. La gente se molesta porque algunos de ellos deben
llevar a sus perros guías o en algunos casos de asistencia, a veces incluso en
el transporte público les niegan los accesos cuando ya existe normatividad al
respecto.
La mayor parte de la sociedad necesita poner etiqueta sobre el pecho que no necesariamente diga el nombre y lo que les gusta de la vida sino el cómo clasifican de forma negativa a la mayoría de las personas, sobre el suéter, la blusa o la camisa llevamos etiquetas impuestas por otros que dicen “gay”, “lesbiana”, “raro”, “sordo”, “ciego”, “pobre”, “gordo”, “moreno”, “flaco”, entre tantos más quieren una sociedad en blanco y negro donde todos seamos iguales, pensemos igual y tengamos cabida en el mismo espacio por siempre, lo ciertos es que somos una sociedad dinámica en movimiento y sobre todo diversa.
La sociedad y el
humano en sí está lleno de complejidad, por ello no podemos ser iguales todos o
amar de la misma manera, aprender igual o desarrollarnos igual; sentimos
pensamos, amamos y hasta odiamos distinto. Tenemos condiciones y circunstancias
que nos van a marcar y eso nos hará actuar y hacer cosas de distintos modos,
habrán inteligencias que no comprendamos y que por lo excluyente que son
ciertos sectores les cueste más desarrollarse pero eso no debe jamás
clasificarlos como tontos o ignorantes. Debemos ser cuidadosos con los
prejuicios que arrastramos desde la infancia desde lo que aprendimos en casa,
debemos intentar deconstruirnos para poder incluirnos en la realidad de los que
mucho tiempo fueron ajenos.
Por último es
necesario abrir los ojos a la realidad y saber que hay personas que día a día
viven desde la pobreza, desde la falta de calidad educativa, de oportunidades
porque a los propios profesores muchas veces les falta conciencia y preparación
para entender que cada alumno aprende de manera diferente, porque a nuestras
universidades les faltan espacios dignos para quienes tienen necesidades fuera
de lo que siempre se pensó como espacios comunes, es necesario entender que
ellos no están obligados a adaptarse a nuestra forma de vida sino que todos
podemos convivir. La realidad se construye por todos comprendiendo que hoy en
día muchos de nuestros modelos son desiguales y excluyentes, se construye
entendiendo que no todos los jóvenes están en las universidades, la realidad se
construye comprendiendo nuestros privilegios y reconstruyendo panoramas de
igualdad para los otros.
Aprendamos lenguaje de señas o braille, ayudemos a construir las próximas políticas públicas o programas, enseñemos a leer a niños y niñas que no pueden ir a la escuela, ayudemos a los infantes y adolescentes en situación de calle, ayudemos a los adultos mayores, dejemos de llamar raros a los que tienen capacidades diferentes, entendamos que el amor tiene muchas formas, pero sobre todo dejemos las etiquetas y seamos personas.
Agradezco la oportunidad de participación en el ejercicio de democracia abierta a la Red Mundial de Jóvenes Políticos-CDMX y a su director Mauricio Suárez