POR ISAAC JIMÉNEZ ROMERO
El pasado 21 de octubre, se llevó a cabo en el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo la inauguración de la edición 2015 de la semana del diseño en México, o Design Week Mexico, por su nombre en inglés.
Design Week Mexico es una organización que desde 2009, tiene por objeto crear una plataforma a través de la cual, a lo largo de una semana conformada por diversos eventos, se promueva la difusión de la cultura y del diseño al público en general; participan arquitectos, diseñadores industriales y gráficos, interioristas y estudiantes de las disciplinas mencionadas y afines.
Fundamentalmente, se trata de involucrar y tratar de posicionar a la Ciudad de México dentro de un grupo de capitales mundiales del diseño como Londres, París, Milán y Nueva York, además de las recientemente posicionadas Los Ángeles, Sao Paolo y Buenos Aires, que año tras año, organizan eventos similares al llevado a cabo en nuestra ciudad; adicionalmente, se generan importantes beneficios económicos para sus participantes, patrocinadores y autoridades gubernamentales.
Éste año, la plataforma tuvo como país invitado a Italia, buscando la potencialidad de la filosofía detrás del diseño de esta Nación con intervenciones, conferencias, colaboraciones, proyectos y documentales, de los que ya hablaré más adelante.
Asimismo, para ésta edición 2015 se implementó la iniciativa “estado invitado”, siendo Chiapas el estado seleccionado, esto con la finalidad de generar un espacio de colaboración nacional e internacional, lo que dio como resultado el proyecto “Visión y Tradición”; una mezcla de cultura, creatividad, tradiciones y técnicas de diseño llevada a cabo por artesanos chiapanecos de distintas comunidades y los diseñadores italianos invitados, construyendo así, un puente entre el diseño y la artesanía tradicional que resulta en un punto de vista único en el mundo.
Además de “Visión y Tradición” se presentaron diversos eventos como “Territorio Creativo”, un certamen donde diversos diseñadores generan y exhiben un abanico de propuestas en torno a un tema seleccionado personalmente.
“Design House” es un ejercicio de intervención colaborativa en dónde la organización invita a diversos despachos de interiorismo y arquitectura a transformar los diferentes espacios de una casa. En esta ocasión, no será propiamente una casa, sino un hotel ubicado en la colonia San Miguel Chapultepec, y que permanecerá abierto hasta el domingo 8 de noviembre.
Por otra parte, “Proyecto Tamayo” es un ejercicio multidisciplinario que combina arte, diseño y arquitectura; se presente una instalación temporal en el jardín del Museo Tamayo. Intervienen el mexicano C Cúbica Arquitectos y el italiano Palomba + Serafín Associati; despachos de diseño. Estará abierto hasta marzo de 2016.
Expuesto de manera general, me parece importante plantear una cuestión bastante obvia, ¿Por qué? Porque es vital entender la necesidad de contar con un espacio que dé difusión a la cultura y los alcances del diseño y la arquitectura en el país; lograr que el público en general entienda los beneficios que el diseño puede aportar a sus vidas.
Por último, me gustaría hablar sobre la pugna que desde el principio se planteó como “ubicar” a la ciudad de México entre el grupo de capitales mundiales del diseño.
Para el año 2018, la Ciudad de México fue elegida como World Design Capital (capital mundial del diseño), entendida como un evento que celebra el diseño y el mejoramiento de la vida de los habitantes de una urbe a través del mismo.
Hablar de la capacidad de transformación y reinvención de la Ciudad de México se vuelve complejo por varios motivos. Ciertamente la ciudad es ya un referente mundial, es una ciudad muy dinámica y un centro de actividad focal para América Latina; pero de ello a volverse realmente una capital mundial del diseño hay una gran diferencia.
Este nombramiento es una oportunidad y una responsabilidad al mismo tiempo. Se pondrá a la ciudad en la mira por su capacidad de impulsar la arquitectura y el diseño nacional.
En nuestros tiempos, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas; las ciudades entonces enfrentan cambios dramáticos sobre cómo adaptar su creciente población a su territorio, y al mismo tiempo, cómo generar estrategias y escenarios efectivos para el desarrollo económico. De ésta manera, las personas encargadas de planear, diseñar y manejar las ciudades toman un papel fundamental y muy relevante.
En este escenario, el diseño se ha vuelto una herramienta cada vez más fundamental en todos los niveles de desarrollo; para las ciudades el diseño no sólo es usado para hacer negocios, sino para incrementar el nivel de calidad de vida de los ciudadanos, así como herramienta del gobierno para hacer de las urbes lugares más atractivos, más “vivibles” y más eficientes.
Lo que resta ahora es preguntarnos si la Ciudad de México está realmente preparada para ser una capital mundial; al respecto, Augie Van Biljouw, directora de comunicaciones del comité de World Design Capital dice sobre el nombramiento para 2018;
“Para la Ciudad de México, el compromiso de volverse capital mundial es una oportunidad para su creciente y emprendedora comunidad, de construir una ciudad más vivible, abrazando viejos y nuevos planes para exhibir las innovaciones del diseño en cuanto a planeación urbana”.
Toda esta parafernalia; la organización de la semana del diseño y otros eventos semejantes -como el Abierto Mexicano de Diseño- sólo dejan al descubierto un poderoso impedimento para volvernos una ciudad realmente “vivible”; las diferencias extremas, el radical giro que puede darse de una calle a la de a un lado.
En opinión del que suscribe, toda la expectativa puesta en la ciudad se resume a unas cuantas colonias, por ello me resisto a creer que la ciudad está lista para un nombramiento semejante. La Ciudad de México no es la Roma, la Condesa, Polanco, Chapultepec y la Hipódromo, la Ciudad también es Iztapalapa, la Doctores y la Buenos Aires y en ese entendido, estamos a años luz de equipararnos con Milán, París, o cualquier otra urbe. Es verdad que la situación ha mejorado, se han generado propuestas que nos acercan y encaminan al desarrollo potencial que podríamos tener como ciudad, pero hay que ser conscientes del gran trecho que aún se debe recorrer.
Al final, como espectador sólo queda esperar a que transcurran los dos años que quedan para 2018, y observar con sentido crítico, si en esos años la brecha expuesta se acorta un poco más.