Por Ana Sofía Reyes Chávez
Recordemos la famosa educación de J. S. Mill, el filósofo, uno de los más notables. Conocía los idiomas más leídos de su época, los autores más destacados en la filosofía y en la ciencia, pero no se le había educado en el sentimiento. Creía que su vida no tenía sentido. Graciela Hierro Pérezcastro, 2004, p. 126
Es importante resaltar que esta sección y este artículo parten de la idea de que la ciencia no se hace sola, la hacen personas. Tampoco se toma en cuenta aquella ciencia que se realiza desde computadoras y programas generados automáticamente, sino de aquella hecha por seres humanos que a veces son orillados a serlo en menor medida, por entregar su vida a la ciencia. Se rechaza la admiración tóxica que la cultura y la sociedad nos enseñó a tener hacia seres humanos que se asemejan más a una máquina, o bien que producen más, que funcionan mejor; ya que esta admiración es deshumanizante.
Desde su origen, las ciencias exactas han servido para establecer las teorías de las ciencias sociales. Esto se puede ver de forma muy clara con el inicio de la sociología como una física social, también se observa si se analizan los conceptos de las ciencias sociales; es común ver que para cada concepto existe su análogo matemático.
En el entendido de que las ciencias sociales usan muy a menudo soluciones tecnológicas o modelos matemáticos para resolver problemas sociales, es prudente preguntarse, ¿es esta una relación recíproca?, ¿de qué manera las ciencias exactas podrían resolver sus problemas con ayuda de las sociales? ¿Por qué sería importante hacerlo?
Algunos de los problemas más evidentes que tienen las ciencias exactas en nuestro país hoy en día son:
- Las condiciones de trabajo de quienes hacen investigación científica y/o se dedican a la docencia en estas disciplinas.
- La falta de perspectiva jurídica en la investigación.
- La desigualdad de género.
- La falta de recursos monetarios.
- La forma en que se lleva a cabo la explotación del medio ambiente.
- Las expectativas de la comunidad estudiantil que hace ciencia.
- La salud mental de quienes realizan avances científicos.
En la primera parte de estos artículos para esta sección, se profundizará acerca del primer punto: Las condiciones de trabajo de quienes hacen investigación científica y/o se dedican a la docencia en estas disciplinas.
Quienes se desarrollan en la academia de las ciencias en México están bajo un estrés impresionante, aun aquellas personas que solamente hacen labores docentes; pero el verdadero problema es cuando hacen las dos actividades. Cuando las labores docentes no concluyen al salir del aula, el docente tiene que darse el tiempo de revisar tareas, resolver dudas, preparar clases, hacer exámenes, analizar cada procedimiento de todo el alumnado, asistir a reuniones académico-administrativas, a fiestas de la institución, llenar papelería. Todo esto se sobrepone a su investigación científica, y entre esta y la vida cotidiana, a veces se va la existencia.
Según la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología del INEGI publicada en 2017, el 82.4% de la población estudiantil del país tiene interés en temas de desarrollo científico y tecnológico. Esto indica que el problema se tiene que solucionar pronto de forma efectiva, porque los estudiantes no van a renunciar a la vida en la ciencia, aún si tienen que sacrificar su estabilidad emocional y social.
Entre la comunidad científica estudiantil estamos quienes haremos la ciencia mexicana en el futuro, existe una tendencia fuerte a desarrollar admiración hacia las personas que más se esfuerzan y que menos se desarrollan en el ámbito social. Pareciera que existe un condicionamiento a vivir de forma cerrada a lo externo, rechazando incluso la comunicación familiar y social, extendiéndose desde el alumnado hasta los investigadores que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores – Conacyt.
Este estrés puede ser combatido con una conciencia social de integración en las áreas de trabajos. A menudo quienes hacen ciencia y docencia en México trabajan en cubículos pequeños, laboratorios con medidas de seguridad, pero no medidas de tranquilidad emocional, el horario no es fijo y se trabaja muchas veces hasta que se termine o hasta que el cuerpo aguante restándole importancia en gran medida a la parte de su vida social y de su desarrollo humano.
Es necesario considerar que el problema se tiene que visibilizar y aceptar como tal, para luego proponer soluciones que por supuesto tienen que venir de una ciencia social que las avale. Continuaremos la siguiente semana con el punto dos.