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Jairo Castillo Vázquez Promoción y Difusión Cultural

La Construcción del héroe en un cuento del libro Ciudad real de Rosario Castellanos

Por Jairo Castillo Vázquez

Rosario Castellanos, nos plantea su ideología sin ningún tipo de tapujo: una narrativa indigenista, feminista como consecuencia de las experiencias que ella vivió durante los años de estadía en el estado de Chiapas. En el caso de esta narrativa, el corte indigenista es bien delimitado con sus primeras obras: Balun Canan, Cuentos de Ciudad Real y Oficio de Tinieblas. En ellas el corte indigenista es indudable y los protagonistas sin en su mayoría el indígena y la mujer. Ciudad Real (1960) es el objeto de estudio del presente escrito. Sara Spada emite la distinción en cuanto a estructura se refiere: “El libro está dividido en tres secciones: en una comparecen exclusivamente indígenas, en otra blancos y, en la última, se ofrecen muestras de la convivencia de los dos grupos” (Spada 142)

Los personajes son el móvil de Castellanos para describir el espacio en el que están insertos, principalmente los personajes femeninos cobran una importancia vital para la autora, debido a esta necesidad de señalar las condiciones bajo las que la sociedad de su tiempo mantenía a la mujer, en ellas el corte indigenista es indudable y suelen ser los protagonistas.

Es aquí donde la autora chiapaneca hace un pequeño paréntesis, una excepción que se traduce en un cuento que, a pesar de mantenerse en la órbita indigenista, usando un protagonista bastante peculiar ya que el protagonismo masculino nunca tuvo un rol preponderante en la narrativa de la autora, relegándolo a un papel de subordinación tanto en el hilo narrativo, así como en una postura de antagonista o de personaje secundario.

Hay una excepción que atina a escapar de este cruel destino: Arthur Smith[1]. Él, cuya persona le da título al cuento que es la excepción, es una extraordinaria conjunción de características que lo hacen destacar del resto de los hombres y es por eso que será nuestro objeto de estudio en el presente ensayo.

El cuento está ambientado en los Altos de Chiapas, un espacio de difícil acceso, poco habitado y en el cual es imposible de comunicarse con los nativos debido a la diferencia de lenguas e inclusive de religiones en las que colinda la tradición católica, el protestantismo e incluso el Islam. Esta mezcla tan interesante de religiones se debe a las variadas inmigraciones que llegaron a esa parte del territorio mexicano[2].

El sistema que opera en el espacio tiempo del cuento de Castellanos es el de las conversiones al protestantismo que provocan una crisis en el sistema socio religioso de la región entre los caciques que mantienen el dominio por medio del sincretismo de las fiestas indígenas a través del sistema de santos y las mayordomías[3].

Arthur Smith salva su alma comienza con un epígrafe, tomado del poema Retrato de Antonio Machado, nos vaticina lo que este personaje pretende ser y lo que será: un buen hombre en búsqueda de su propósito en la vida.

La historia nos habla de Arthur, un “gringo” que al no serle útil a la sociedad en la que vive, decide afianzarse a la fe protestante y emprender un viaje a los Altos de Chiapas, a lo desconocido, como misionero a auxiliar a las comunidades establecidas en campamentos con la función de expandir la fe protestante en la selva chiapaneca.

El personaje sale de su ambiente, los Estados Unidos, por considerar que su persona no fue hecha para dicha sociedad, a la que considera hostil y en la que no tiene oportunidad alguna de sobresalir o de tener un propósito fijo. Se ve de forma clara cuando al preguntarse y preguntarle a su Dios acerca de su valía para servirle, muestra su cobardía y pasividad, reafirmada cuando se habla acerca de sus ansias por conseguir dinero.

 Arthur es un personaje pasivo, porque su vida ha sido un cúmulo de frustraciones y amarguras, desde sus reminiscencias podemos ver que siempre ha sido un hombre tímido, apegado a su madre y que a pesar de vivir en un país en donde las oportunidades se encuentran a cada espacio es incapaz de coexistir con su entorno, aspecto que se hiperboliza con lo sensorial a través del olor a pútrido causado por la muerte de su madre y con su vida de fanático religioso.

Lo sensorial se ve reafirmado, al verse interrumpida la sucesión de hechos para dar paso a una breve explicación del “american way of life” en donde el placer, los colores y los ruidos fungen como un aturdidor para Arthur y la sociedad moderna:

Tres temas han sido los objetivos centrales de las investigaciones que se han realizado en torno a la obra de la autora: el feminismo, el problema de la muerte y la preocupación indigenista. Respecto de la escritura de mujeres se ha observado en Castellanos una segunda ruptura. La ruptura con la forma de expresión adoptada por las escritoras modernistas y vanguardistas: «el interiorismo». Línea que se mantenía vigente en la posvanguardia de los años 40 y 50. Eliana Rivero lo define como

(citado en Rivero, Eliana, «Paradigma de la poética femenina hispánica y su evolución: Rosario Castellanos». De la crónica a la narrativa mexicana. Merlín H.Foster y Julio Ortega, eds. México: Oasis, 1986.)  «introspección dirigida a trascender la vulgaridad de las cosas terrenas, énfasis en la espiritualidad y devoción por los estados solitarios de la conciencia, lirismo de motivos y símbolos a menudo religiosos, plasmado en ocasiones en un lenguaje de imágenes visionarias y oníricas que a veces llegan al hermetismo»(Rivero 1986: 390 y ss.).

Castellanos utilizando el recurso del narrador construye al protagonista a través de sus juicios personales y pensamientos pues apela al interiorismo, la gente para Arthur Smith, era el pueblo humilde en su ignorancia a quien el señor se había dirigido en parábolas, que aunque bien intencionados no dejan de ser contradictorios.

Constantemente se contradice el discurso de Arthur con las intervenciones del narrador, en forma de pequeños juicios o en la misma narración “Arthur Smith pensaba que el mundo, definitivamente, estaba bien hecho. Por lo menos en lo que se podía contemplar a simple vista” (Castellanos 98) y más adelante cuando se enfoca al protagonista y sus meditaciones parece referirse a sí mismo.

Ya instalado en el campamento norteamericano y ansioso por cumplir su labor de misionero siente que ha llegado a su destino, que darán fruto los favores que su dios  le ha dado, aunque desde el primer momento se desengaña al no ser recibido como un héroe, sino como uno más y es por primera vez que él toma un rol activo, por lo menos en pensamiento acerca de lo que ellos, “los del color correcto de piel, la raza superior” (Castellanos 102) deberían de hacer; es por medio de la condena y el reproche (silencioso fiel a la personalidad de Arthur) que se mencionan los estandartes sobre los cuales su fe se instaura.

Smith es un personaje que muere en la sociedad norteamericana de consumo en la cual no tiene lugar, el ya citado  american way of life, para establecerse en un espacio que a primera vista parece salvaje, místico y que le rebela que su idea del mundo es por completo errada, ya que es un montaje en donde los salvajes son el cacicazgo al servicio del gobierno mexicano, de los religiosos católicos y los protestantes.

Crucial para el personaje haber elegido estudiar tzeltal pues le otorga un “poder” del que carece la población norteamericana: el de entenderse con el otro; aspecto que también queda en tela de juicio, y que al final se sigue planteando, cuando Mariano, su ayudante en la labor de traducción de la biblia transcribe el significado de las sagradas escrituras a su cosmogonía: “Y si el texto decía Espíritu Santo, Mariano interpretaba Sol y principio viril que fecunda y azada remueve la tierra y dedos que modelan el barro. Y si decía demonio, no pensaba en el mal, sino que se inclinaba con sumisión, porque después de todo era sólo la espalda de la otra potencia…” (Castellanos 108)

Adam se construye a sí mismo a través de la anagnórisis y las peripecias[4] que experimenta a través de la muerte del hijo de su ayudante Mariano, la muerte del antes mencionado y al  consumir las píldoras rojas, el sedante suministrado por el médico del campamento ante el shock que le produce las muertes que rondan su espacio: “Esa noche Arthur Smith durmió como no había dormido desde su infancia: profunda, sosegadamente, sin sueños, sin esas imágenes… Despertó con la sensación un poco vaga de que había estado a punto de descubrir algo importante, muy importante. Pero pronto esa nebulosa fue sustituida por la robusta certidumbre de que todo estaba en orden.” (Castellanos 116)

A través de los dos sueños inducidos por barbitúricos, la psique del protagonista es afectada y comienza a realizar un acto de autorreflexión, de construcción de su persona a través de la duda, un proceso en que las pastillas que lo duermen paradójicamente lo despiertan a la realidad:

Esperaba despertar embotado y, sin embargo, lo asaltó desde el primer momento una lucidez extraña y dolorosa… Arthur comprendió, por fin, que quien había muerto no era un número en las estadísticas… Que el que había muerto era un hombre, con dudas como Arthur… Y en esta solidaridad, repentinamente descubierta por Arthur, había aún otro elemento. Mezclaba las palabras de su madre (“nadie se salva solo”) con el complemento que, después de su primer sermón, le añadió Mariano… – (Castellanos 123)

Tras enterarse de los planes detrás de la función de cada integrante masculino del campamento americano y de la supuesta “educación de los indios” por parte de católicos y protestantes, cambia su actitud sumisa por un ente contestatario que ve al fin lo que ha estado enfrente de sus ojos y que sólo se muestra ante él en medio del hartazgo y la incomprensión; ellos sólo se han repartido los territorios en los que pueden actuar para evitar que el fanatismo indígena cobre sus vidas, con lo que la sumisión y la libertad de vivir a costillas de los mismos se consuma.

Ya no es  Arthur el que ignora todo este cúmulo de problemas socioculturales, exiliado por cuenta propia en búsqueda de su destino, de la fe en algo; ahora se enfrenta a la dolorosa realidad de los indígenas y su mundo pues ha visto las dos distintas caras de una misma moneda con lo que desencantado logra comprender esas complicadas parábolas que dios le ha comunicado: él se ha liberado de aquel espacio corrupto y se vuelve a exiliar sin rumbo fijo esperando encontrar un mundo en el que pueda vivir sin corrupción y en paz;        “-Tu problema- le advirtió su madre con esa clarividencia que sólo da el amor- es que no tienes fe-” (Castellanos 103) .Esta advertencia es la que al final del relato cobrará sentido.

Es a través de su expulsión del campamento y camino a la cabaña en donde parece que ha pasado lo que vaticina el título: ha salvado su alma despojándose de los tres elementos que crean discordia tanto en su sociedad americana como en la mexicana: dinero, poder y religión. su único bien ahora es la capacidad de comunicarse con el otro a través de la lengua de ellos.

Rosario Castellanos hace alusión a esta idea en El eterno femenino,  propone la idea de la construcción, el atrevimiento a dar un paso más adelante, de generar a través de un final abierto el siguiente cuadro y el destino del protagonista. Es Arthur Smith un héroe, que, al renunciar a todo, gana su libertad, esperanza de que como nazcan más como él, libertarios que busquen más allá de los discursos del poder y con ansias de salvar su alma, salvando de la injusticia a otros.

Bibliografía

Beristáin, Helena. Diccionario de retórica y poética. México: Porrúa, 1995.

Castellanos, Rosario. Ciudad Real. México: FCE, 1989.

Cuneo, María. «Desde las voces de la tradición al encuentro con la propia voz: el viaje de la escritura poética de Rosario Castellanos.» Revista chilena de literatura (2005): 29-46.

Delgado, Manuela Cantón. «»Las expulsiones indígenas en Los Altos de Chiapas: algo más que un problema de cambio religioso.» Mesoamerica ( 18.33 (1997)): 147-169.

Spada, Rosa. «La narrativa de Rosario Castellanos: Un registro del mundo que le tocó vivir.» Revista del Centro de Enseñanza para Extranjeros, Nueva Epoca, Revista del Centro de Enseñanza para Extranjeros, Nueva Epoca (2006): 141.

[1] Recordemos que hay hombres protagonistas en Aceite guapo o El advenimiento del águila, por citar algunos, que aunque son protagonistas,  no logran nada fuera de lo común, sólo atinan a proseguir su destinos como personajes arquetípicos, en el caso de Aceite guapo, un indio que trata de sobrevivir, fallando por su ignorancia y en El advenimiento del águila el ladino que llega a buen puerto debido a su astucia para engañar y sumir en su miseria a la población indígena.

[2] Al igual que en la vecina Guatemala, la evangelización de los indígenas de Chiapas corrió inicialmente a cargo de misioneros norteamericanos. Se remonta al año de 1938[…]

uinas de Palenque, utilizaron la medicina moderna para sus propósitos: difundir el protestantismo y traducir la Biblia a las lenguas autóctonas. Ya desde entonces se tienen noticias de conversiones que servían para afirmar la independencia frente al poder de las autoridades tradicionales. Los conflictos políticos intracomunitarios ya se presentaron entonces, con frecuencia, bajo la forma de conflictos religiosos. La controvertida labor del ILV contó desde sus inicios con el apoyo y la autorización del gobierno mexicano, que de este modo no sólo actuaba acorde con el principio constitucional de la libertad de culto, sino que delegaba en 10s misioneros responsabilidades que corresponderían  al propio gobierno: la alfabetización o la introducción de la medicina moderna, medidas acordes con lo que consideraron, en fin la modernización del sector indígena. Los misioneros realizaban «gratuitamente» estas labores, a cambio de sustituir paulatinamente las creencias y prácticas religiosas de los grupos entre los que se instalaban y de acabar desencadenando con ello los conflictos y enfrentamientos intracomunitarios -a propósito de las conversiones- más espectaculares de todo México. En «Las expulsiones indígenas en Los Altos de Chiapas: algo más que un problema de cambio religioso.» Mesoamerica 18.33 (1997): 147-169

[4] Anagnórisis definida  por Helena Beristain como el proceso retórico que conduce a un momento en que la repentina recepción de información origina el súbito reconocimiento de un personaje, de un objeto o de un hecho por parte de otro personaje o por parte del público… El reconocimiento provoca un cambio en el curso de la acción pues modifica la orientación lógica de las secuencias hace que el proceso de deterioro de la suerte de un personaje se convierta en proceso de mejoramiento o a la inversa. Consultar bibliografía.

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Jairo Castillo Vázquez Promoción y Difusión Cultural

Ciudad, poder y sexualidad como catalizadores en la paz de los sepulcros de Jorge Volpi

Por Jairo Castillo Vázquez

El poder siempre ha sido, es y será un elemento primordial en el mundo, desde los organismos más básicos hasta los más complejos. Se manifiesta de una forma especial en el ser humano, íntimamente ligado a lo sexual, donde la racionalidad y su inexorable estatus de ser social le abre las puertas a un nuevo tipo de poder: el ejercido a través de la creación de las ciudades, centros de desarrollo del mismo. Es en esta locación donde se cataliza el poder desarrollándose a la par de la humanidad, la cual Volpi retrata como entidades frenéticas y en declive.

La paz de los sepulcros es el resultado neto del autor y su participación en la llamada literatura del Crack, en la que los puntos que destaco y que se apegan al presente estudio son los siguientes: “Propuesta estética: grotesco. Caricaturización. Realidad dislocada […] Propuesta espacio-temporal: cronotopo cero. No espacio, ni lugar. Todos los espacios y lugares. […]Propuesta de género literario: la novela, otros géneros narrativos no son mencionados. Existe la intención de explorar al máximo las intenciones de la novela.” (Pérez 84)

El argumento de la obra es simple: Agustín Oropeza se gana la vida trabajando para el diario amarillista Tribuna del escándalo hasta que un día un par de muertes simultáneas que parecen ser dos más en su ya larga trayectoria, le permitirán dar rienda suelta a su faceta detectivesca, descubriendo un mundo en donde el poder lo es todo y donde “los malos siempre ganan” ya que aquellos dos muertos “inmortalizados” debido a la violencia con que fueron finiquitados resultan ser ni más ni menos que el ministro de justicia, próximo sucesor a la candidatura, el elegido por “dedazo” para ser el siguiente presidente de la república y un amigo de la preparatoria con el que mantuvo de una u otra forma una corta pero estrecha relación.

Para definir al poder, usaré el término de Francisco Ávila-Fuenmayor que en su artículo El concepto de poder en Michel Foucault que va encaminado a lo que el presente trabajo busca al hablar del poder:

El término poder proviene del latín possum-potes-potut-posse, que de manera general significa ser capaz, tener fuerza para algo, o lo que es lo mismo, ser potente para lograr el dominio o posesión de un objeto físico concreto, o para el desarrollo de tipo moral, política y científica. Usado de esta manera, el mencionado verbo se identifica con el vocablo potestas que traduce en potestad, potencia, poderío, el cual se utiliza como homólogo de facultas que significa posibilidad, capacidad, virtud, talento.

El término possum recoge la idea de ser potente o capaz pero también alude a tener influencia, imponerse, ser eficaz entre otras interpretaciones (Ávila-Fuenmayor 2).
La ciudad paralelamente juega un papel preponderante en el desarrollo novelístico volpiano, ya que es el lugar donde nacen y desarrollan logros de la sociedad racional como la democracia, la civilidad, la ley, la vida intelectual, etc. Es de igual manera el sitio en donde se hiperbolizan todos los horrores y la peor cara del ser humano, desencadenando una crisis ante la pérdida de la identidad, en donde la gran concentración de personas hace que el individuo entre en un shock donde toma conciencia de ser un anónimo, una cifra más y que inclusive actos nocivos como los asesinatos, robos y vicios pasen desapercibidos debido a la deshumanización que exige la violencia y que Volpi retrata adecuadamente con la sutil metáfora de la justicia asesinada y la degradación de la misma. Es aquí en la inmensidad del espacio urbano y moderno donde dicha crisis precipita en los personajes una actitud de no pertenencia, en donde los efímeros y los hard sean los únicos “no lugares” a los que asisten recurrentemente.

Otro aspecto relacionado al poder que Volpi señala en esta (su) ciudad son los medios de comunicación (otro leitmotiv importante); poseen un estatus y poderío importante que en la novela funcionan como la principal forma de controlar a la población a manera de brazo derecho del presidente Del Villar y su gabinete (“El poder de la tecnología suprime la imaginación” (Volpi 124) ), de infundir miedo a través del desprestigio de los movimientos terroristas como la guerrilla así como de mantener un discurso en donde la nación recibe una nueva etapa de orden y progreso. No es gratuito que Oropeza, el protagonista, sea un periodista del diario amarillista Tribuna del escándalo y que conforme se desarrolle la historia nos mencione un poco acerca del oficio y de cómo el pasquín es sobornado por el gobierno para agregar o callar hechos que no son convenientes para el círculo de poder en turno.

Lo anterior asocia a la urbe con la degradación política e intelectual que, sumada a la sexual y a la violencia, invalida de manera paulatina los valores y la inocencia. Por eso se en la novela existen dos ciudades viviendo en paralelo a través de la repartición del tiempo (día y noche).

El poder asociado con la sexualidad es un leitmotiv en la obra, donde uno de los símbolos que hacen que la historia avance a medio de novela policiaca es el del anillo intercambiado por Oropeza e Ignacio, el cual lleva una carga tal, que parece acompañar o reforzar la personalidad erótica degradada del nuevo poseedor:

Un lobo haciéndole el amor a una mujer desnuda. El animal está encima de ella, que yace inerme en el suelo, incapaz de defenderse –aunque su rostro, la comisura de sus labios, sus ojos abiertos, delatan que no sólo hay espanto y pánico, sino un poco de ansiedad, el temor que se experimenta ante el placer de lo desconocido: una violación que casi deja de serlo […] (Volpi 47-48)

Esta descripción del objeto exacerba esta relación entre lo sexual y el poder que poco a poco se irá mostrando en la novela en bastantes ocasiones, como cuando se empieza a descubrir la doble identidad (al igual que la Ciudad de México) de los integrantes del gabinete del presidente Del Villar, específicamente con Alberto Navarro, así como con Marianela Mondragón y el empresario Mercado, que parecen encajar con la metáfora del lobo y la mujer (la situación que alude a esta relación es cuando él introduce a Marianela al mundo de la sumisión y los excesos, para llegar posteriormente al de la necrofilia por medio de este dominio de carácter sexual (Volpi 193-195).

El lugar en donde ocurre el asesinato, el hecho que le da sentido tanto al título como a la sucesión lógica de hechos es un “sórdido cuarto de hotel”, un lugar sin nombre y de paso, donde la violencia es el distintivo del crimen. El tiempo y forma en que fueron asesinados (nunca no es mencionado con exactitud), las posiciones en que se encuentran a los cadáveres (en especial la muerte de Ignacio) conllevan una manifestación de violencia asociada al poder aludido anteriormente, ya que al ser decapitado y mutilado, queda irreconocible, le es despojada su identidad; también la muerte del ministro Navarro nos indica el estado de sumisión que sufrió, desnudo y amarrado de sus extremidades en forma de X (Volpi 13).

Consecuencia del asesinato de su amigo Ignacio, Oropeza va desarrollándose a la vez que se degrada. A través de sus investigaciones y conjeturas, encuentra un hilo de corrupción y mentiras, que poco a poco van haciendo que ese hilo forme parte de su ser, a través de hechos como aceptar los favores sexuales de una menor de edad que pertenece a un catálogo de sexoservidoras, consumir alcohol y drogas repetidamente, una golpiza y un secuestro:

[…] el poder llega a convertirse en un arma de dos filos. Por lo que primeramente el narrador en primera persona, mostrará el poder en un campo político, de ahí que los personajes lo tomaran – como es debido -, para dominar, someter y corromper, al mismo tiempo para mostrar esa máscara de credibilidad ante lo externo y convencer de la verdad, una verdad que no existe. El protagonista al mostrar y mostrarse en ese mundo al cual pertenece, se asquea reflexiona sobre los valores que se están perdiendo, dando como resultado un pequeño distanciamiento de su realidad, de la que no puede escapar. No obstante, se dejará ver al protagonista tomar el poder como protección de sí mismo, es decir, demostrar una seguridad que no tiene. (Ponciano 47)

Al final de la novela Oropeza se deja seducir por el poder, al callar todo lo que ha obtenido fruto de sus investigaciones, arriesgando su vida en búsqueda de los culpables de los asesinatos y robos de cadáveres. Ha pasado por una serie de procesos como los que Joseph Campbell estudia en El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito (partida, iniciación y el regreso) aunque en este caso nuestro protagonista el regreso se da de forma anti épica y degradada, al aceptar el sistema corrupto de cual forma parte, frecuentando a la niña actriz-prostituta Azucena, además de ser absorbido o seducido por el gobierno a través de la entrega del premio nacional de periodismo y dispuesto a escribir su artículo Cómo fui rescatado de manos de la guerrilla, con lo que a pesar de destrozar los ideales periodísticos de búsqueda de la verdad e imparcialidad, inexorablemente se rinde.

Bibliografía
Auge, Marc. Los «no lugares» espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa, 1998.
Ávila-Fuenmayor, Francisco. «El concepto de poder en Michel Foucalt.» A Parte Rei 53 (2007): 1.
Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. México: Fondo de CUltura Económica, 1971.
Pérez, Alberto Castillo. « «El Crack y su manifiesto».» Revista de la Universidad de México 31 (2006): 83-87.
Ponciano Varela, Laura. «Lo grotesco en días de ira y La paz de los sepulcros de Jorge Volpi.» Tesis. México, 30 de junio de 2006.
Ramouche, Marie-Pierre. « «Política y literatura en la obra de Jorge Volpi.» .» Encuentro de Latinoamericanistas Españoles (12. 2006. Santander): Viejas y nuevas alianzas entre América Latina y España. . Ed. CEEIB. 2006. 1700-1708.
Volpi, Jorge. La paz de los sepulcros. Alrevés, 1994.

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Jairo Castillo Vázquez Promoción y Difusión Cultural

EL INFIERNO ARTIFICIAL: UNA MIRADA A LA DECADENCIA HUMANA A TRAVÉS DEL VICIO

Por Jairo Castillo Vázquez

Cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno.

Oscar Wilde.

 

El infierno es un espacio que remite de forma necesaria a aspectos negativos de la cultura humana. Desde su localización, que es generalmente la opuesta a la de los lugares en donde se descansa o se premian los buenos comportamientos, hasta las asociaciones que mantiene con el castigo, el dolor, la expiación, el sufrimiento eterno y el miedo. Claro que todo lo anterior se obtiene después de una vida de malos actos o de falsas religiones en algunos casos.

Nuestro autor Horacio Quiroga, escritor uruguayo de la corriente naturalista tal vez consecuencia de su trágica vida, plasma el infierno a un nivel más bello y horroroso: al plano de lo cotidiano provocando una catarsis en el lector[1]

Adicción (Del lat. addictĭo, –ōnis), se entiende como el hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas[2]. Quiroga en parte de su obra, nos muestra los influjos naturalistas propios de la escuela francesa al ser influenciado por Guy de Maupassant y el determinismo (ambiental)[3] de La novela experimental de Zola.

La corriente naturalista, en el caso de los escritores latinoamericanos, entre los que destaca Quiroga, no se reduce su cuento a un mero acto estético, sino que lo vuelve un catalizador para denunciar la decadencia de su sociedad, en el que uno de estos detonantes de la degradación social es el problema de las adicciones.

El argumento es simple: un sepulturero que a través del constante consumo de cloroformo, mantiene una conversación con “los restos” de un cadáver, mismos que alojan de manera increíble a un decadente hombrecillo amarillo, situado en la base del cráneo.

Quiroga desde un inicio deja en claro que su cuento tendrá como tema recurrente al vicio, convirtiéndolo en leitmotiv[4] y usándolo como medio para crear al personaje mencionado con anterioridad, que aparece en forma de hombrecillo amarillo, mismo que a su vez también sufre de adicción, en este caso, a la cocaína. El hombrecillo amarillo es un personaje muy particular, debido a que no existe (como mencioné anteriormente), es producto de la mente del sepulturero, pues al ser un consumidor recurrente del cloroformo, repercute en su salud y su percepción de la realidad haciéndolo alucinar, con lo que el determinismo naturalista hace su aparición.

El determinismo opera de una forma brutal al mostrarnos las consecuencias del abuso de sustancias de uso médico al grado de convertirlas en drogas; en el caso del sepulturero el cloroformo, y en el del hombrecillo amarillo la cocaína. Este aspecto es el que causa mayor impacto dentro del cuento ya que si hacemos una breve monografía del cloroformo advertimos lo siguiente:

Cuando son administrados oralmente, la duración de los efectos subjetivos de ambos fármacos alcanza entre dos y tres horas. Dosis bajas de éter producen una desinhibición controlable así como una sensación de que se aguzan los sentidos y el intelecto. Dosis medias y altas suscitan alucinaciones visuales y sobre todo auditivas, así como una marcada desinhibición que puede manifestarse en el terreno sexual. Su empleo crónico ocasiona dolores estomacales y vómitos, insomnio, irritabilidad, debilidad física y pérdida del impulso sexual. Generan dependencia física y psíquica considerable con un mes y medio de uso frecuente; producen tolerancia y sus respectivos síndromes de abstinencia pueden ocasionar desde postraciones nerviosas, hasta violentos delirium tremens con desenlaces fatales.[5]

 El vicio no sólo es usado como elemento para dar paso a un relato enmarcado, sino que es la temática y dueña de la historia de Quiroga. Ya desde que se produce la alucinación del sepulturero funge como un indicador de las clases sociales; el sepulturero con cloroformo y el hombrecillo con cocaína; se demuestra por primera vez con la intervención del narrador y posteriormente con el hombrecillo reiterando esta abismal diferencia en cuanto a calidad “Sí, es por la cocaína… ¿Y usted? Yo conozco ese olor… ¿cloroformo? -Sí -repuso el sepulturero avergonzado de la mezquindad de su paraíso artificial.”

Quiroga jamás deja de hablar de los males usuales que azotan a las sociedades (en este caso adicciones y enfermedades), ya que se sirve del hombrecillo amarillo y su relato al sepulturero la serie de peripecias que ocasionaron sus adicciones; primero morfina debido a la incapacidad de aceptar la muerte de sus hijos y esposa (difteria y derrame cerebral respectivamente) y finalmente con la cocaína. Esta desgracia se sigue transmitiendo de forma determinista en el caso de la segunda mujer, al mostrarnos que es adicta al olor de Jicky, la primera fragancia moderna de la historia curiosamente, con lo que simultáneamente se produce un efecto de comparación al incluir dicha adicción al olor del perfume con la aspiración de cloroformo; la adicción juega entonces un papel de conciliadora, las sustancias fungen como salvador, hipnotizando a los sentidos ante la dureza de la realidad.

El naturalismo nos ofrece un realismo agrio y morboso, en donde Quiroga se inserta con facilidad en la posición de “experimentador”(Zolá 32), mismo que a través de sus personajes vuelve observador al lector de situaciones de la misma decadencia de la especia humana. Produciendo al partir de hechos verdaderos mostrando el mecanismo de los hechos, produce y dirige los fenómenos

Martha Herrero Gil menciona al respecto de Quiroga y el uso de las drogas lo siguiente:

se opone a la noción canónica de los paraísos artificiales de Baudelaire. Para el francés, la adicción a las sustancias derivaba del gusto del ser humano por lo absoluto, por el misterio, y de la errónea actitud de querer acercarse a él por el camino fácil, sin entrenar la voluntad y la disciplina espiritual. Para el rioplatense, la droga (en este caso la cocaína) no sólo no es capaz de acercar al consumidor a paraíso alguno, aunque artificial, sino que lo lleva directamente al infierno, trasciende los límites de la vida, y convierte al adicto en el ser más desgraciado que ha existido.(Herrero Gil 300-310)

La denuncia social en el cuento opera en dos niveles: en el problema de salud que suponen tanto las defunciones por falta de atención médica, así como las drogas. En el caso de las drogas, el sepulturero le sirve para sobrellevar la miseria económica en la que vive; por otra parte el hombrecillo amarillo resalta al dinero como auxiliar en el proceso de corrupción del burgués, ya que no respeta condición social o género, devastando al consumidor y a su entorno confrontándolo con su fatalidad, misma que es consecuencia de la fragilidad humana a la que se alude de forma constante en el cuento con la desintegración del núcleo de la sociedad, ya sea de forma natural o provocada, con lo que el ser humano cae en una profunda crisis, que sólo puede ser aceptada y mitigada con el consumo de sustancias.

El naturalismo es entonces, una corriente que tiene como fin el denunciar a través del horror y la degradación humana a los componentes que han fracasado en un intento de llevar una vida digna, ya sea por causa propia, o como consecuencia de la hostilidad de su propio ambiente. Una prueba de ello es este cuento de Horacio Quiroga, Infierno artificial, en donde a pesar de morir, el vicio jamás se puede dejar a diferencia del cuerpo como nos prueba el hombrecillo amarillo.

A continuación le adjunto el enlace para que lea el cuento y saque sus propias conclusiones: http://ciudadseva.com/texto/el-infierno-artificial/

Esperamos sus comentarios y sugerencias.

[1] entendida como la “purificación emocional, corporal, mental y espiritual […] […]Mediante la compasión y el miedo (eleos y phobos) los espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma de esas pasiones” Aristóteles, Poética 1449b

[2] Tomado directamente de la RAE:  Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., Edición del Tricentenario, [en línea]. Madrid: Espasa, 2014

[3] El determinismo ambiental se define como el medio físico determina a las sociedades humana y sus niveles de desarrollo tanto en el ares socio-económica y cultural, por lo que los humanos deben adaptarse a las condiciones expuestas por el medio físico

[4] El leitmotiv es motivo que se repite constantemente en la narrativa, en nuestro cuento, las adicciones son el tema recurrente y que dan continuidad a la narrativa del mismo.

[5]Tomado de http://www.mind-surf.net/drogas/eter.htm

 

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Jairo Castillo Vázquez Promoción y Difusión Cultural

LA VIDA EN MÉXICO DURANTE UNA RESIDENCIA DE DOS AÑOS EN ESE PAÍS. (Paula Kolonitz)

Por Jairo Castillo Vázquez

Es importante situar a la escritora en su periodo socio histórico para poder analizar lo que ella plasmó en cada una de sus epístolas. Llegó junto con su esposo al país en 1839 y ya para ese tiempo el país había sido escenario de acontecimientos que hicieron que el país se sumiera en el desorden y la inseguridad[1]

En la lectura Madame menciona (aspecto constante en un texto de viajeros) sus impresiones al llegar a otro mundo, desembarcando y mencionando las carencias a las que uno se atiene cuando se viaja por mar, en donde destaca que hay mejores formas de viajar por ultramar como el barco de vapor y el barco de vela.

Como buena mujer aristócrata describe  las costumbres imperantes de la sociedad de mexicana alta, así como los climas, las características de los habitantes y sus hogares. Es imprescindible no emitir juicios de valor respecto a los comentarios emitidos por la escritora, ya que hay casos como en su desembarco en el capítulo IV en donde lo primero que llama su atención en esta nueva tierra es el color de los nativos, entre los que destacaban el indio, el negro y el mestizo. Si bien es cierto que en un principio sus apuntes son meramente superficiales, con el devenir de las epístolas logra adquirir una sensibilidad que se va acrecentando.

 La visión que tiene respecto al indígena, es uno de esos puntos en los que Madame hace una evolución respecto a sus primeras epístolas ya que sus descripciones respecto al mismo logran acaparar un considerable espacio en sus cartas y enriquecen de una manera considerable el contenido; cuando visita la catedral de la Ciudad de México, hace una perfecta alegoría del sincretismo entre los tres mundos existentes de la época: el pasado indígena con la leyenda de la piedra de sol y el nacimiento del dios Huitzilopochtli[2] que está encadenado con el pasado español reciente, representado con la catedral que finalmente desemboca en el mestizaje y la creación por consecuente del mexicano actual[3]

Otro aspecto que Madame rescata en sus textos es la cocina mexicana, la cual le genera un amplio gusto, resaltando aspectos alimentarios de la cultura mexicana aludiendo una vez más a los sincretismos por medio de su corta pero detallada descripción del alimento  y por supuesto de la bebida que han acompañado  estas tierras desde tiempos inmemoriales: la tortilla, el chile y el pulque.

La burla, discreción e ironía son también una constante en el texto, ya que la autora al ser la esposa de un diplomático, podía haber ocasionado serios problemas al mismo, debido a los comentarios acerca de los habitantes con los que tuvieron un contacto directo con lo que en ocasiones deja entrever un poco de sus opiniones y posturas políticas por medio de comparaciones de tipo animalescas (al referirse a los zopilotes) o algo un poco más explícito al referirse a una nueva generación que ha dejado atrás a la clase docta del Virreinato, para convertirse en la clase imperante durante la estancia de Madame, generación inculta y que ha subido por los constantes golpes de estado y problemas republicanos, no por méritos, valiéndose de las joyas como repuesto de esta falta de clase.

Crea incomodidad al referirse a las clases bajas o sirvientes mexicanas al tacharlos de perezosos y de comodines, al sólo necesitar lo indispensable para vivir diariamente, aunque no parece que salga mucho de la realidad juzgando la situación del país y de las marcadas diferencias entre las clases altas  bajas.

Mantiene un estilo sobrio de escritura al estallar el conflicto entre Gómez Farías y Anastasio Bustamante, en donde destaca las muertes de civiles nacionales y extranjeros a manos del conflicto y de maneras violentas y desafortunadas, informándonos respecto a las posturas y movimientos de ambas partes del conflicto por asumir el liderazgo del país.

La autora es sin duda un personaje controversial en la construcción de la identidad mexicana a partir de la visión del otro, del extranjero, el cual desarrolla una serie de pensamientos los cuales pudieron haber causado una serie de disgustos a la estirpe nacionalista, pero que como documento reconstructor del México republicano del siglo XIX, es invaluable.

[1] El país había vivido tres guerras: la de Independencia, la de Texas y la de los Pasteles. La Hacienda Pública enfrentaba al problema de la falta de recursos económicos, vivía en un perpetuo estado de bancarrota y dependía de los préstamos externos e internos. Desde 1830 comienza un largo periodo de inestabilidad política, caracterizado por la constante sucesión de presidentes moderados y liberales de la que fue testigo la señora Calderón de la Barca. Desde su llegada a México, el matrimonio Calderón fue recibido por personajes como Guadalupe Victoria y Antonio López de Santa Anna. La fama política y sobre todo, literaria de don Ángel Calderón de la Barca le valió el acceso a cerradas cúpulas de poder desde las cuales la autora construyó su visión del país.

[2] Es un leitmotiv el uso de las leyendas en Madame Calderón ya que para ella es una fuente de asombro inagotable, así como una perpetua fuente de recopilación de datos acerca de México y sus costumbres.

[3] Es interesante la forma en que Madame retrata la forma en que estos dos pasados conviven respecto al posicionamiento haciendo una suerte de alegoría o metáfora: “al salir vimos el Calendario Azteca, piedra redonda cubierta de jeroglíficos, que todavía se conserva  y está empotrada en uno de los lados exteriores de la Catedral […]” p.65 en donde pareciera que el sincretismo se lleva tanto dentro de la Catedral, así como en el exterior al apoyarse una (Calendario Azteca) sobre la otra (Catedral).