Rubén E. Méndez Torres
México es un país con una gran diversidad natural, social y cultural; es conocido internacionalmente por su gastronomía, arquitectura, paisajes, especies naturales, tradiciones y su arte. No cabe duda de la majestuosidad de la nación y la riqueza que poseemos.
Como parte de esta riqueza, y delimitando a un aspecto cultural, existe un acontecimiento de mayor notoriedad que se lleva a cabo en México año con año: me refiero a la Guelaguetza. Considerada tal vez por el conocimiento popular como un “evento” que presenta bailes y música regional del estado de Oaxaca o como un espectáculo que pretende buscar el atractivo turístico nacional e internacional hacia la región sur del país.
Pero, más allá de las perspectivas que conciben a la Guelaguetza como parte de una industria cultural[1] pretendiendo ser una mercancía hacia el espectáculo y el entretenimiento, considero que no solo se trata de un evento que reúne un gran bagaje de la esencia y el folclor de nuestro país, sino de un estilo de vida que busca la trascendencia social por medio de la empatía entre comunidades y el convite solidario de apoyo entre las diferentes regiones del estado, invitando a esta hermandad a los mexicanos y extranjeros a reflexionar sobre la guía de nuestro actuar y devenir como sociedad en nuestras realidades, comprendiendo la existencia del Otro y atendiendo las necesidades de quienes estén en situación de vulnerabilidad.
Lo anterior, puede permitir la construcción de modelos de vida, que nos enseñan que la paz y la armonía entre sociedades permean en núcleos de convivencia fraterna y el razonamiento de nuestra esencia como seres humanos.
Fromm ilustraba este estilo de vida traducido a un referente pedagógico, cuando decía que: “[…] en cualquier tipo posible de cultura el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobrevivir; debe cooperar ya sea para defenderse de los enemigos o de los peligros naturales, ya sea para poder trabajar y producir” (2005:46)[2].
La Guelaguetza posee muchos elementos que son de gran relevancia para aprender de estos, sobre todo en la actual etapa de transición, en la que México enfrenta una reconfiguración tanto en los procesos de la administración pública como en la sociedad misma. Los elementos de significado que nos aportan las fiestas de Guelaguetza pueden ayudarnos a trabajar para la mejora y desarrollo de nuestra persona desembocando en una sociedad mejor.

(Revista Donde Ir, Guelaguetza 2018)
La Guelaguetza, configuraciones y miradas
Las raíces de la Guelaguetza datan del año 1932, en el que la ciudad de Oaxaca celebraba el 4.º centenario de haber sido elevada a la categoría de ciudad (Lizama, 2006). Para conmemorar esa fecha, se elaboraron una gran diversidad de actividades y celebraciones que invadieron y contagiaron la alegría, el gozo y la algarabía en las calles de la capital oaxaqueña. Ese año fue crucial para analizar en qué concepción seguía la ciudad y cómo eran los procesos de socialización interna entre las diferentes regiones y etnias del estado.
Para ello, diversos artistas e intelectuales buscaron armonizar y alcanzar un equilibrio que unificara al centro y a las regiones de Oaxaca, lo que generó celebraciones y festividades llenas de diversas acciones para fomentar la unión mediante la convivencia, haciendo un homenaje racial a las culturas de la entidad, además de lograr la creación de un símbolo de identidad mexicana, que bajo el contexto posrevolucionario, permitiría mostrar un proyecto de nacionalismo cultural (Maldonado, 2016) basados en los prospectos de unidad y exaltación de la cultura regional.
La palabra Guelaguetza no hace referencia a una fiesta o a un evento en particular.
“Guelaguetza” deriva del zapoteco guendalizaá, que significa “cooperar”, pero en su concepción más amplia es una actitud, una cualidad […], un sentimiento por el medio del cual [se] ama a su prójimo, un sentimiento de hermandad, de compartir la naturaleza y la vida (Toussaint, 2014).
Estas expresiones de solidaridad y cooperación, son valores característicos de los mexicanos; recientemente en 2017 el país padeció catástrofes sísmicas, con grandes afectaciones y daños incalculables pero, ha sido la fuerza de voluntad y empatía del pueblo mexicano la que ha ayudado a seguir adelante y tratar de subsanar los daños.
Es esta cooperación la esencia sustancial de la Guelaguetza, y se refiere a la búsqueda de apoyar a quienes lo necesitan, de trabajar en conjunto por nuestros hermanos, más allá de los límites familiares o de amistad, es una manifestación de la ayuda mutua, de colaboración y servicio, fortaleciendo la común unidad y los lazos de solidaridad.
Fue esta expresión de la comunidad oaxaqueña lo que inspiró como simbolismo a las fiestas de Guelaguetza, convergiendo en ellas aspectos artísticos propios de las regiones del estado como muestra de la identidad de una comunidad, a pesar de ser de distintas etnias, lugares, idiomas, o de tener prácticas y tradiciones diferentes, diferencias que no serían impedimento para sentirse una sola Oaxaca.
Con el pasar de los años, las fiestas de Guelaguetza han tomado mayor forma y se nutren de elementos que permiten dar muestra de la cultura oaxaqueña. Entre 1951 y 1961 había ya una consolidación de la participación de todas las regiones de la entidad (Maldonado, 2016), con la inclusión de las diversas delegaciones representativas a las etnias locales, creando y desarrollando una estructura cada vez más abundante del bagaje multicultural hasta nuestros días.

(Astrolabio Digital, Oaxaca)
Las fiestas de Guelaguetza, una invitación a la solidaridad
Actualmente las fiestas de Guelaguetza dan inicio el primer viernes del mes de julio, con la muestra del primer convite festivo, en el cual se da la representación de alguna delegación del estado con música, bailes, pirotecnia y regalos propios de la región, recorren las principales calles del centro histórico, anunciando que las celebraciones han comenzado.
Son en estos convites donde se da la principal muestra de hermandad bajo las pautas de festividad, ya que no se presenta en un teatro o auditorio que implique un boleto, sino que es al aire libre y toda persona que esté cerca puede ser partícipe, no importa las condiciones de origen, economía, o situación social pues todos son bienvenidos. Es en este espacio que “[…] la práctica de la Guelaguetza [se concibe como] un sistema de intercambio en contextos festivos en el que se simbolizan las relaciones de comunidad” (Maldonado, 2016).
Posterior a este convite festivo, se desarrollan una gran diversidad de actividades culturales y gastronómicas en diferentes puntos de la ciudad y el estado, que muestran las tradiciones locales, la música, danza y la gastronomía de Oaxaca.
De entre estas actividades sobresalen las ferias artesanales y gastronómicas en la que la Feria del mezcal destaca con la mayor representatividad y se lleva a cabo desde 1997; el Festival de los moles, la Feria de la tlayuda, del tejate, del quesillo, del tamal entre otras muestras que se presentan en lugares de mayor auge de estos productos, posibilitan una distribución no solo del turismo, sino del conocimiento cultural de las diferentes zonas y regiones.
Las actividades artísticas también son pilares dentro de estas festividades, ya que se hacen muestras de danza, música, teatro, pintura, textil artesanal y la alfarería, en los diferentes teatros, museos, plazas y auditorios del centro y regiones del estado, un ejemplo es la representación de la Leyenda de la Princesa Donají, que estructura bajo aspectos de la narrativa, la danza, música y escenarios prehispánicos, al patriotismo, la valentía y la belleza, creando una serie de valores que permiten identificarse con la historia, los principios de hermandad, sacrificio y esfuerzo en la búsqueda de la mejora de nuestra nación.
De estas actividades artísticas, los Lunes del cerro destacan por su antigüedad, por la estructuración íntegra de la música, la danza y el folclor; presentada el segundo y tercer lunes del mes de julio, en el auditorio más representativo de la ciudad ubicado en el Cerro del Fortín, tal vez sea esta la actividad popularmente más conocida, ya que se transmite a través de diferentes medios digitales, lo que da como resultado un mayor alcance de difusión. Esta festividad reúne la presencia de las 8 regiones del estado (Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan Sierra Norte, Sierra Sur y los Valles Centrales), posibilitando conocer una parte de las culturas étnicas, tradiciones, vestimentas y el gran mestizaje que caracteriza a Oaxaca.
Todo lo anterior permite hacer un análisis que concluye en que las fiestas de Guelaguetza poseen una gran diversidad de fines, considerando entre estos, al aumento del turismo y la derrama económica para el estado y el país, actividades que en su mayoría se encuentran bajo la promoción y supervisión de la Secretaría de Turismo del Estado de Oaxaca, así como la fama y el prestigio que conlleva ser la fiesta folclórica más grande de América Latina.
Sin desdeñar el aspecto económico que significa estas festividades para el turismo, cabe precisar que la esencia cultural y humana trasciende lo material. Es este aspecto inmaterial e intangible lo que nos enseña el verdadero valor, no es el capital o los intereses lo importante, sino la vida misma en todos los sentidos, en su celebración y alegría, pero también en la consideración de los sujetos, manteniendo la presencia de la mismidad pero sobre todo de la otredad , que según Gaínza (1989) son componentes dialécticos de un constructum semiótico llamado identidad, es decir, a través de los diferentes símbolos y signos de comunidad se hace un constructo de pensamiento, el algo pasa a significar el algo para alguien, las personas que son partícipes de estas fiestas, se convierten en invitados y ya no solo espectadores, tienen un lugar en la celebración, se hacen miembros de la comunidad, eso es Guelaguetza, compartir, pero sobre todo compartirse a sí mismo.

(Opera Travels, Guelaguetza)
Un referente pedagógico necesario para el desarrollo como personas
Compartirse a sí mismo implica todo un proceso complejo, ya que no solo depende de una individualidad, sino que es necesaria la estructura colectiva de la sociedad. Las fiestas de Guelaguetza son un referente que nos permite tener una clarificación de la comunidad y la cooperación solidaria en aras de mejorar.
En el territorio mexicano habitamos según datos del INEGI[3] aproximadamente 119 millones 530 mil 753 habitantes, somos seres muy diferentes en muchos aspectos como: educación, religión, condiciones económicas entre otros, pero como mexicanos convergemos en un punto muy importante: el hecho de querer lo mejor para la nuestra nación.
Es en este punto de encuentro en donde reconocemos que somos personas que compartimos un territorio, una naturaleza, una historia, una cultura y una sociedad; eso nos hace ser una comunidad y partiendo desde nuestra naturaleza humana atravesando por los puntos de encuentros en común, desembocamos en el hecho de la cooperación para trabajar en aras de la mejora; Zemelman (2012) desarrolla este argumento al decir que este pensamiento:
[…] deviene en una relación con lo real externo que incluye al sujeto con su mundo, de manera que lo externo es incorporado desde su función de potenciar, ampliando y enriqueciendo al mundo que sirvió de punto de partida al sujeto; por lo mismo, es una relación que permite ir más allá de los objetos para abrir al sujeto, no solamente a lo externo, sino también a sus posibilidades de experiencias. Es la transformación de lo externo en el mundo (pág. 27).
Bajo este argumento, las fiestas de Guelaguetza se convierten en un referente pedagógico, ya que nos muestra el sentido guía que como mexicanos podríamos concebir en nuestro pensar y actuar hacia los demás (Los Otros).
Nuestro país enfrenta una serie de grandes problemas que afectan a toda la nación, como la incidencia delictiva[4] que ha ido en aumento. En los últimos 5 años, las cifras de casos de violencia, feminicidios, corrupción, homicidios, robo, secuestro, entre otras se han hecho alarmantes, añadiendo que la pobreza ha ido en crecimiento.
No se necesita ser parte de estas cifras para hacer nuestras estas problemáticas, no podemos esperar a padecer o a que algún familiar o amigo lo vivifiquen, estos problemas suceden todos los días en nuestro país, y por ello son “nuestros problemas”, ante esta difícil situación, debemos como mexicanos buscar alternativas de solución.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 217 A (III), del 10 de diciembre de 1948, en su artículo 1.° enuncia que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Y en su artículo 25.° “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
La referencia pedagógica de la Guelaguetza no solo se trata de la fiesta y la alegría, sino de la idea de igualdad y fraternidad, pues en la última línea del artículo 1.° antes citado dice que “deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Considero que el modelo de vida que nos enseña la Guelaguetza no se basa ni en el comportamiento ni en el deber, su pilar es el ser, es decir, ser fraterno, ser solidario, ser respetuoso, apoyar a nuestros hermanos mexicanos que se encuentran en condiciones de dificultad o vulnerabilidad. El artículo 25.° antes citado, aclara lo importante que debe ser la garantía de una calidad de vida adecuada; la educación, la salud, la vivienda y el trabajo son puntos cardinales para el desarrollo y el progreso, pero también para la erradicación de la violencia y el crimen en México.
Como reflexión final
A través de este escrito se han expuesto las características de la Guelaguetza bajo la mirada de festividad, pero enfatizando en el modelo de vida y el modelo pedagógico que nos aporta como mexicanos.
La clave de dicha pedagogía se encuentra en reconocernos iguales ante el Otro, de saber que somos mexicanos y que los problemas del Otro también nos impactan en nuestra cotidianeidad, es decir sus problemas son nuestros.
La Guelaguetza nos hace parte de compartir la alegría, las tradiciones y el misticismo cultural, pero también nos enseña a compartirnos a nosotros mismos; podrá resultar para escépticos una filosofía alejada de la realidad, pero no cabe duda que si como mexicanos adoptáramos dicha filosofía podríamos alcanzar altos niveles de desarrollo y mejorar la calidad de vida.
Todo gran acto de cambio comienza por un cambio interno, toda búsqueda de progreso comienza con un pequeño paso, la unificación de estos cambios logran crear ambientes de paz, de alegría, de solidaridad, abrazar nuestra esencia mexicana, y aprovechar la riqueza que poseemos, compartiéndolo con los demás y compartiéndonos ante los demás. ¡Eso es la pedagogía de la Guelaguetza, compartir!

[1] Véase, HORKHEIMER, Max y ADORNO, Theodor. (2009), “La industria cultural” en Dialéctica de la Ilustración. Madrid, Trotta. Pag. 165-212
[2] FROMM, Erich (2005), El miedo a la libertad, Buenos Aires, Paidos.
[3] Dato consultado en: INEGI (2015). Número de habitantes. Disponible en: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/habitantes.aspx?tema=P Consultado el 8 de agosto de 2018.
[4] Según la Secretaría de Gobernación y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, La incidencia delictiva se refiere a la ocurrencia de presuntos delitos registrados en averiguaciones previas o carpetas de investigación iniciadas, reportadas por las Procuradurías Generales de Justicia y Fiscalías Generales de las entidades federativas, instancias responsables de la veracidad y actualización de los datos. (2017).
Consúltese en: http://secretariadoejecutivo.gob.mx/docs/pdfs/estadisticas%20del%20fuero%20comun/Cieisp2017_052018.pdf
Referencias citadas:
FROMM, Erich (2017), El miedo a la libertad, México, Paidos.
GAÍNZA, Gastón. (1989), Herencia, identidad, discursos. Costa Rica, Herencia.
LIZAMA Quijano, Jesús. (2006), La Guelaguetza en Oaxaca. Fiesta, relaciones interétnicas y procesos de construcción simbólica en el contexto urbano. México, CIESAS.
MALDONADO, María de la Luz. (2016), La Guelaguetza en la Ciudad de Oaxaca: fiesta y tradición entre degradación simbólica y apropiación comunitaria. México, UNAM.
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS, (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos. París, ONU.
TOUSSAINT, Alejandro. (2014), Tradiciones; Guelaguetza. México. Disponible en: http://www.mexicanisimo.com.mx/guelaguetza/
ZEMELMAN, Hugo. (2012), Pensar y poder: (razonar y gramática del pensamiento histórico). México, Siglo XXI Editores / Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.